domingo, 21 de noviembre de 2010

El problema fundamental de la Filosofía

Un extracto de:

V. AFANASIEV

FUNDAMENTOS DE FILOSOFÍA

Capítulo I
LA FILOSOFÍA COMO CIENCIA

...

1. El problema fundamental de la Filosofía.
Contrariedad del materialismo y el idealismo


Si observamos atentamente el mundo que nos rodea podremos notar que todos sus objetos y fenómenos son materiales o ideales, espirituales. Son fenómenos materiales todo cuanto existe objetivamente, o sea, todo cuanto existe fuera de la conciencia del hombre e independientemente de él (los objetos y los fenómenos que se producen en la Tierra, los innumerables cuerpos del Universo, etc.). Lo que existe en la conciencia del hombre constituye el dominio de su actividad psíquica (pensamientos, emociones, sentimientos, etc.), se refiere a la esfera de lo ideal, de lo espiritual.
¿Qué conexión existe entre lo material y lo espiritual? ¿Es lo espiritual, lo ideal, producto de lo material o al contrario? La cuestión del carácter de esta conexión, de la relación existente entre el pensar y el ser, entre lo espiritual y lo material, constituye precisamente el problema fundamental de la Filosofía.
La relación existente entre el pensar y el ser es el problema fundamental de la Filosofía porque, según sea la respuesta que se le dé, así se resolverán todos los demás problemas filosóficos: el de la unidad del mundo, el del carácter de las leyes de su desarrollo, el de la esencia y las vías de conocimiento del mundo, etc. Por cuanto, aparte de lo material y lo espiritual, en el mundo no hay nada, es por tanto imposible crear un sistema filosófico y esbozar un cuadro del mundo en su conjunto sin resolver el problema fundamental de la Filosofía.
El problema fundamental de la Filosofía presenta dos aspectos. El primero incluye la respuesta a la cuestión de qué es lo primario, la materia o la conciencia, es la materia la que engendra la conciencia o al contrario. El segundo aspecto da respuesta a la cuestión de si el mundo es cognoscible, de si la razón humana es capaz de penetrar en los misterios de la Naturaleza, de sacar a luz las leyes de su desarrollo.
Al recapacitar en el contenido de la cuestión fundamental de la Filosofía no es difícil comprender que sólo se puede dar dos soluciones diametralmente opuestas: reconocer primaria bien la materia bien la conciencia. Por eso en la Filosofía se formaron de antiguo dos tendencias fundamentales: materialismo o idealismo.
Los filósofos que consideran que la materia es primaria y la conciencia secundaria, producto de la materia, se sitúan en el campo del materialismo (de la locución latina «materialis»). A su modo de ver, la materia es eterna, jamás la ha creado nadie, en el mundo no existen fuerzas algunas sobrenaturales, del más allá. Por lo que respecta a la conciencia, ésta es producto del desarrollo histórico de la materia, una propiedad de un cuerpo material extraordinariamente complejo: el cerebro humano.
Los filósofos que consideran que es primario el «espíritu» la conciencia, se sitúan en el campo del idealismo. A juicio suyo, la conciencia ha existido antes que la materia y ha engendrado, ha traído a la vida a esta segunda, es la base primaria de todo lo existente. Las opiniones de los idealistas se dividieron en la cuestión de qué conciencia «crea» el mundo. Los llamados idealistas subjetivos consideran que el mundo es creado por la conciencia de un individuo aislado, del sujeto. Los idealistas objetivos afirman que el mundo lo «crea» cierta conciencia objetiva (existente fuera del hombre). Aunque en los distintos sistemas filosóficos aparece ya como la «idea absoluta» ya como la «voluntad universal» y así sucesivamente, no es difícil ver en ello a Dios.
Las opiniones de los filósofos se dividieron también al resolver el segundo aspecto del problema fundamental de la Filosofía.
El mundo es cognoscible, afirman los materialistas. Los conocimientos del hombre sobre el mundo son fidedignos, su razón es capaz de penetrar en la naturaleza interna de las cosas, de conocer su esencia.
Muchos idealistas niegan la cognoscibilidad del mundo. Han recibido el nombre de agnósticos. Otros, aunque consideran que el mundo es cognoscible, tergiversan de hecho la esencia de la cognición. Afirman que el hombre no conoce el mundo objetivo, la Naturaleza, sino sus propias ideas y sentimientos (idealistas subjetivos) o una «idea» mística, el «espíritu universal» (idealistas objetivos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario