jueves, 25 de noviembre de 2010

Otro pedacito de Afanasiev

El papel retrógrado de la religión se manifiesta en que es profundamente hostil a la ciencia, a la concepción científica del mundo. La Iglesia ahogó implacablemente durante muchos siglos a la Ciencia y persiguió a los sabios. Prohibió la propagación de las ideas de vanguardia y destruyó los libros de los pensadores progresistas, encarcelando a los autores y llevándolos a la hoguera. En las llamas de la Inquisición perecieron numerosos hombres de vanguardia de su tiempo, entre los que figuraban varones de la ciencia tan ilustres como Giordano Bruno, Lucilio Vanini y muchos más.
A pesar de todos sus esfuerzos, la Iglesia no pudo detener el desarrollo de la ciencia, imperiosamente dictado por las demandas de la producción material. En nuestros días, impotentes para refutar las conquistas científicas, los eclesiásticos procuran conciliar la religión y la ciencia y demostrar que los adelantos científicos no contradicen a la fe, sino que concuerdan con ella
Las tentativas de esta índole son totalmente infructuosas. La ciencia y la religión son incompatibles. La ciencia proporciona al hombre conocimientos fidedignos del mundo y de las leyes de su desarrollo. Le ayuda a dominar las fuerzas naturales y sociales y a organizar la actividad productiva. Y la religión tergiversa la esencia del mundo, ofrece nociones ficticias de ella, embota el entendimiento y la voluntad del hombre y lo priva de la fe en el triunfo de la ciencia y el progreso.

Un extracto de:

V. AFANASIEV
FUNDAMENTOS DE FILOSOFÍA

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