Así que eso es lo primero. En
segundo lugar…
Nos ataca en nuestra más profunda
integridad esencial. Es un insulto para nosotros porque dice que nosotros (tú y
yo) no podríamos decidir, individual o colectivamente, sobre una acción
correcta o sobre algo correcto sin el celestial permiso divino. No
diferenciaríamos lo correcto de lo incorrecto si es que no tendríamos el
permiso del cielo para hacerlo. ¿De dónde o cómo podríamos diferenciarlos?
Nuestra solidaridad humana,
nuestro conocimiento innato del bien y del mal, nuestro agudo conocimiento de
lo que es merecido o inmerecido, lo que es justo y lo que no, no tiene valor
para nosotros porque esto también son regalos del gran inatacable dictador
entronizado.
¿Qué más podría abolir nuestra
integridad? ¿Qué más que esto podría
abolir nuestra honestidad, decencia o dignidad?
Lo tercero es un poco más
pragmático.
Tomado del debate Hitchens vs. Hitchens
Grand Valley State University, Hauenstein Center
Abril 3 de 2008
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